Escrito por: Maria Cristina Angel – Fisioterapeuta y Entrenadora Certificada de Low Pressure Fitness (LPF-CT)
La fractura de tibia es una lesión que se presenta frecuentemente en personas que han sufrido accidentes de tránsito o en deportistas que se han golpeado directamente la zona mientras hacían deporte. Esto se debe al brazo de palanca producido durante la cinética del accidente que presenta todo el cuerpo cuando éste se encuentra en movimiento y se somete a una desaceleración brusca; fuerzas de torsión, flexión o cizallamiento.
Son frecuentes las lesiones asociadas de partes blandas, pueden presentarse lesiones vasculares, nerviosas y ligamentosas.
El tratamiento inicial es la reducción de la fractura que consiste en manipularla hasta lograr una relación anatómicamente deseable para conseguir una buena función y acelerar la consolidación. Hay dos tipos de reducciones , manipulación cerrada en la que se emplean maniobras manuales y reducción abierta cuando se considera que el mejor método de inmovilización es la fijación interna con placas y tornillos.
Se debe iniciar la terapia física cuando el médico lo indique para restablecer en el tiempo más corto posible la función completa. La Fisioterapia favorece la formación de callo óseo, disminuye la inflamación y el dolor, facilita la movilidad de la articulación y la funcionalidad muscular evitando la rigidez.
Para ello, generalmente se realizan ejercicios isométricos, ejercicios de movilización y de carga progresiva; tratando cada fractura y cada caso de manera personalizada.
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